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¿Y cómo se llama la obra?


Redacción YSUCA / 08 junio 2024 / 11:37 am

Por Milton Rodríguez


Escuche la nota aquí:


“Eso es una señal de alarma, porque quien toma la protesta de un gobierno presidencial es el pleno de la Asamblea Legislativa, es decir el conjunto de los Diputados es el órgano legislativo como tal, pero el Órgano Legislativo no estaba en el Palacio Nacional, estaba a varios cientos de metros de distancia”.

Son palabras del historiador salvadoreño, Carlos Cañas Dinarte, al analizar el acto gubernamental que se desarrolló el 1 de junio pasado, en el Palacio Nacional, en el que Nayib Bukele comenzó su segundo mandato presidencial, a pesar de la prohibición constitucional establecida en más de cinco artículos.

Según el historiador, toda toma de posesión es una ceremonia que implica mucho simbolismo, pero en el evento reciente hay varias cosas que ameritan una lectura “mucho más profunda”.

En primer lugar, califica de alarmante que el pleno de la Asamblea Legislativa estuviera al interior de la Gran Sala del Teatro Nacional y dejarlos ahí, “sin tomar parte directa en la ceremonia de juramentación de este nuevo gobierno inconstitucional, ilegítimo y sobre todo ilegal”, dice el historiador.

Cañas Dinarte subraya la diferencia que hay en que los legisladores de Nayib Bukele participaran presencialmente en el acto gubernamental y en la decisión de que, a través de pantallas visualizaran el evento. A su juicio, la marginación de la Asamblea Legislativa “no es por gusto”.

Para el historiador, también es “muy curioso” el juramento que hizo el gobernante inconstitucional al poner su mano sobre la misma Constitución que estaba violentando, olvidando mencionar, en todo momento, el carácter de República del país.

Este detalle tiene mucho significado para el experto, pues a su parecer, eso indica que se está consolidando un régimen, que se irá acercando cada vez más al totalitarismo, en el que todos los elementos que no sirvan a los objetivos centrales del Órgano Ejecutivo salvadoreño “van a ser marginados o van a desaparecer”.

Es por eso que el historiador se muestra a la expectativa de los perfiles designados para ser los próximos magistrados de la Corte Suprema de Justicia.



A la sesión plenaria convocada para el 1 de junio del 2024, en el Teatro Nacional, no asistieron los tres diputados que pertenecen a los partidos ARENA y VAMOS.  Los legisladores de Nuevas Ideas y aliados aprobaron con 57 votos que el presidente del Órgano Legislativo, Ernesto Castro, se trasladara al Palacio Nacional para tomar la protesta   “constitucional” de Nayib Bukele y Félix Ulloa.

La diputada de ARENA, Marcela Villatoro, no asistió a esa sesión plenaria argumentando que en ese acto gubernamental se estaba cometiendo claramente “una inconstitucionalidad”.

Villatoro cree que la decisión de apartar a los diputados oficialistas del evento del gobierno significa que Bukele “no quiere que los asocien con los cambios de la Presidencia, que los quiere relegar y dejar de lado”.

Entrevistada por este medio, la parlamentaria del partido ARENA recordó que Nayib Bukele habló de transformaciones y el “éxito” de la seguridad en el país, pero no le agradeció, ni se refirió en ningún momento a los diputados que fueron los que le dieron los votos, y que “al final se convirtieron en lo que todos dicen: puya botones”.

Capas al estilo nazi en los cadetes militares

Carlos Cañas Dinarte ahondó en el tema y manifestó que hay que tomar en cuenta “toda la parafernalia nacista” que, según él, existió en la ceremonia en la que los cadetes de la Escuela Militar usaron capas al estilo nazi y exhibieron los nuevos fusiles.

“Dejaron atrás todos los pertrechos de guerra que se utilizaron durante la guerra pasada y ahora utilizan un tipo de armamento mucho más contemporáneo y, por tanto, mucho más automatizado”, dijo.

Es más, el historiador consideró que el traje mismo del inconstitucional es parte de una simbología que se tiene que decodificar y entender como tales.

“Estamos frente a un gobierno que desde su inicio está lanzando señales de decir claramente, cuáles son sus objetivos, es ingenuo pensar que tanto el partido hegemónico como el gobierno que recién ha ascendido el 1 de junio, no tienen una ideología, claro que la tienen y es una ideología, no solo ultraderechistas, sino también fascista y de más dictadura”, expresó.



Exceso de recurso público para toma de posesión ilegal

Por su parte, el historiador salvadoreño Héctor Lindo, radicado en Estados Unidos, cuestionó varios elementos de la puesta en escena operática de la toma de posesión de Bukele.

En primer lugar, señala que el Gobierno ha gastado “una gran cantidad de recursos” en momentos en que como dijo el mismo Bukele, en su discurso, va a tener que pedir al pueblo que se apriete los cinturones porque la situación económica “no es muy buena”.

Por supuesto que este exceso operático fue “para distraer” de la naturaleza inconstitucional de lo que estaba ocurriendo, que es la reelección presidencial, que a todas luces está prohibida por la Constitución vigente, dice Lindo.

En segundo lugar, al historiador le llama la atención como ese exceso de recursos está asociado a un daño al patrimonio de manera arbitraria y que, a su juicio, es de muy mal gusto.



Para Héctor Lindo, el despliegue de miles de elementos militares que ha hecho el gobierno es como “una fantasía autoritaria”. También señaló que el uniforme que usaron los cadetes militares que participaron en el acto gubernamental del 1 de junio, fue inadecuado para el clima salvadoreño.



Sobre este punto también opinó la defensora de Derechos Humanos, Celia Medrano, quien destaca que en la época pinochetista, en Chile, la capa -de los militares- fue parte de la gala de uniforme militar relacionada al rango.

“Cualquiera que haya querido simbolizar el 1 de junio, no llegó ni siquiera a una caricatura”, comentó Medrano al señalar que el vestuario del gobernante “es una burla política”.



Obediencia de militares a Bukele es una señal sombría

Héctor Lindo puso énfasis en la capacidad que tiene el gobernante inconstitucional actual para obtener la obediencia de los militares. “Eso habla muy mal del futuro, da unas señales muy sombrías de lo que puede ocurrir en el futuro”, remarcó el experto.

Por su parte, Cañas Dinarte añade que lo del 1 de junio fue una puesta en escena y fue casi cinematográfico, pues se sacaron mil elementos de las Fuerzas Armadas, en todas sus áreas, para que desfilen y le juren lealtad a la figura presidencial y no a la República y a la Constitución. “Eso es sumamente llamativo”, subrayó.

Recientemente, la UCA publicó un editorial titulado: “País- Bukele” en el que expone que el 1 de junio, Nayib Bukele se convirtió en el primer mandatario inconstitucional de El Salvador, después de la firma de los Acuerdos de Paz. Y recurrió a un escenario ostentoso para legitimar su segunda investidura: un palacio, banderas, simbología castrense y una voz en off que repetía sin cesar que se convertía en el “presidente constitucional de la República”.

Añade que el acto de toma de posesión fue diseñado con el objetivo de acentuar la relación directa con sus simpatizantes y ensalzar su figura como el principal artífice de los cambios realizados. Ni sus diputados, ni sus funcionarios, ni su partido tuvieron presencia discursiva; todo se redujo a una apología a su persona como sanador de la enfermedad de la inseguridad, como el único capaz de resolver los problemas del país.

En definitiva, el acto de investidura marcó el inicio de “un cambio de paradigma”; uno en el que la democracia es un estorbo; el culto a una persona, la religión oficial; y la ignorancia de la ciudadanía sobre el uso de los recursos públicos y sobre las apuestas concretas del Gobierno en materia económica y de seguridad social, una constante necesaria.

Un paradigma en el que el país y la historia nacional empiezan y acabarán con Nayib Bukele, concluye el escrito.

En sus primeras palabras, el mandatario salvadoreño hizo referencia a la gloria de Dios y después expresó que este “es el momento más importante de nuestra historia reciente”.

Sin embargo, el abogado José Marinero, ha sentenciado que esto es la consumación de una dinámica o un plan bien estructurado de aferrarse al poder.

“Lo que viene no es una epifanía o una renovación democrática, sino el cierre del espacio cívico y político para que no aparezca nadie que le pueda hacer sombra y que eso constituya parte de la narrativa que le permita quedarse de manera indefinida en el poder”, reflexiona el abogado.



Para el jesuita, Rodolfo Cardenal, “las falsedades que jalonaron el discurso de Bukele volvieron frívolas sus reiteradas invocaciones al nombre de Dios. La seguridad actual no es ningún milagro, sino obra de una represión indiscriminada, brutal e inhumana”.