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De obra maestra única, a espectáculo barato. Así opina escritora, sobre el Palacio Nacional


Redacción YSUCA / 15 junio 2024 / 12:13 pm

Foto: Radio YSUCA/ Diego Rosales

Por Kenia Gómez


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El libro “El significado de los símbolos del Palacio Nacional de El Salvador”, escrito por Elisa Cleek, es una obra aún no publicada que recopila fotografías y la historia del Palacio Nacional. Este monumento nacional ha sufrido cambios significativos recientemente. Elisa vivió parte de su infancia en El Salvador. Sus abuelos salvadoreños emigraron a Estados Unidos en 1926. Tiene formación en campos como la medicina, gestión de riesgos, seguridad humana, arquitectura, construcción e ingeniería.

Desde 2012, Elisa ha registrado en fotografías diversas estampas de El Salvador, muchas de las cuales están publicadas en la página de Facebook “Imágenes de El Salvador de Antaño”. Incluso ha compartido fotos inéditas de su familia, con un 95% de estas imágenes nunca antes vistas. Su colección incluye más de 300 fotos, entre ellas la construcción de la carretera interamericana en los años 40.

Cleek se interesó particularmente por el Palacio Nacional, debido a la simbología, estructura e identidad que representa para los salvadoreños. Inició una investigación en 2017 con el fin de publicar un libro. Regresó en 2018 para continuar el proyecto, tomó fotografías de todas las habitaciones, paredes, pisos, techos y sótano del palacio.


Fotos Elisa Cleek


Elisa es una de las pocas personas que ha fotografiado cada salón del palacio e investigado el significado de sus símbolos. Conoció a Nayib Bukele a través de la fundadora de la página “Imágenes de El Salvador de Antaño”, quien la invitó a publicar sus fotografías en la página de la Alcaldía de San Salvador, cuando Bukele era alcalde. Inicialmente, Elisa creía que Bukele buscaba mejorar El Salvador, pero su percepción cambió tras las recientes modificaciones al Palacio Nacional, que incluyeron la destrucción de baldosas originales y la pintura de paredes con colores inadecuados.



Conocedora de lo que significa un monumento como el Palacio Nacional, le sorprendió ver las fotografías de las baldosas destruidas y las paredes interiores pintadas de amarillo intenso.


Fotos cortesía


Elisa Cleek recordó que esas paredes no tenían mucho tiempo de haberse pintado con colores pastel, similares a las originales que son propios de Art Nouveau, renovación artística desarrollada entre los siglos XIX y XX en Francia. Ese es el tipo de arte que sobresale en el Palacio Nacional, explica Cleek. En lugar de colores primarios brillantes, los murales interiores están pintados en tonos pastel de verde apagado, marrón, amarillo, naranja, rosa y azul. Ver las paredes pintadas con colores inadecuados, le generó preocupación. “No saben lo que están haciendo”, se lamenta Cleek.



Elisa orientaba a empleados de la alcaldía y al exdirector del Archivo General de la Nación, Luis Roberto Huezo, sobre la historia y el valor del Palacio Nacional. En 2017, durante la remodelación del centro histórico, que incluyeron excavaciones en la plaza Francisco Morazán, cuando Bukele era alcalde de San Salvador, se descubrieron mosaicos históricos realizados por Carlos Cañas en los años 60, uno de los mayores exponentes de la pintura y el arte en El Salvador.

El descubrimiento fue una especie de dos fuentes triangulares que bordeaban el monumento principal. En ese tiempo Bukele hablaba de rescatar el patrimonio cultural y apoyó las excavaciones arqueológicas.

Pero todo lo que se planeaba hacer en la plaza no se hizo, dice Cleek, debido a que descubrieron tuberías de gasolineras antiguas que habían funcionado entre los años 20 y 40. Por ello, Cleek sugirió que al excavar en el Centro Histórico debían hacerlo con cuidado. Quitar las tuberías llevaría mucho tiempo, ese fue el motivo por el cual no se continuaron los trabajos en el Centro de San Salvador en 2017. Sobre ese hallazgo, la alcaldía presidida por Nayib Bukele no informó.

No solo Bukele: La destrucción del Palacio Nacional también ocurrió bajo el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez

El Palacio Nacional fue construido bajo la supervisión y control del ingeniero José Emilio Alcaine, y bajo la dirección del maestro de obras Pascasio González Erazo. Los planos estructurales fueron supervisados por el ingeniero José María Peralta Lagos. El arquitecto veneciano Alberto Ferracuti diseñó el interior, y los balcones fueron diseñados por el arquitecto español Ignacio Brugueras Llobet.


Planos Palacio Nacional


La simbología del monumento es tan interesante que debía contarse. Por ello, el exdirector del Archivo General de la Nación, Luis Roberto Huezo, sugirió a Elisa Cleek, que contara el significado de los símbolos del Palacio Nacional. Fue así como obtuvo permiso para fotografiar todo el edificio que consta de 114 habitaciones. 106 amplias, 4 salones principales, y 4 habitaciones más pequeñas, que se utilizan como oficinas y almacenamiento para artículos de limpieza.


Fotos Elisa Cleek


Las habitaciones estaban conectadas por puertas entre sí. La habitación 63 A era un pequeño cuarto de suministros y guardarropa para la secretaria del presidente que tenía su oficina en la habitación 63B. Esa persona podía ingresar al Salón Rojo de forma privada a través de una puerta y comunicarse para informar al presidente sobre su próxima cita y brindarle los documentos o actualizaciones necesarios para una reunión.

Cleek, que documentó cada uno de los salones, lamenta que además de destruir las decoraciones pintadas, bellamente restauradas en las paredes de los pasillos y las baldosas estampadas, también eliminaron las puertas del salón talladas y batientes con inserciones de vidrio decoradas que se instalaron en las habitaciones del segundo piso.

“Lo que era una obra maestra única se ha convertido en un espectáculo barato y llamativo que ni siquiera el primer Palacio Nacional fue nunca”, opina Elisa Cleek.

Maximiliano Hernández Martínez pintó casi todas las paredes, excepto dos, y quitó algunas de las puertas más grandes. Cuando el Palacio Nacional fue designado monumento nacional y se aprobó una ley para protegerlo de cualquier alteración, se comenzó a quitar las capas de pintura al óleo, que se pusieron durante el gobierno de Hernández Martínez, se comenzó a limpiar y reparar los pisos, a reparar ventanas y puertas.

Los restauradores del palacio comenzaron su trabajo. El último restaurador trabajó con ese objetivo durante 30 años. Fue despedido recientemente. En 2019 había terminado de restaurar la Sala 63, conocida como el Salón del Jaguar y estaba trabajando en la Sala 49, el Salón de las Antorchas Francesas.

Elisa solo se entera de la destrucción del palacio por fotografías que comparten los medios de comunicación, pero le basta para identificar los cambios que se han hecho. Dice que la administración actual, no sólo quitó las baldosas originales y las reemplazó con una piedra completamente fuera de la arquitectura original, sino que quitó las puertas batientes de privacidad, se pintaron las puertas verdes originales de blanco y dorado y se pegaron piezas decorativas.


Fotos retomadas de La Prensa Gráfica


Los diseños de pared originales restaurados, pintados en los colores pastel originales, se cubrieron con pintura blanca. Los pasamanos originales de color verde pastel del interior se pintaron de dorado.

Los cinco árboles de araucarias, símbolo de las cinco repúblicas de Centroamérica, árboles que llevaban allí casi un siglo, fueron removidos y reemplazados por una fuente, pasto y flores. “Me estremezco al ver lo que ha hecho el actual gobierno con el resto de salas”, dice Cleek.

Muchas de las pinturas originales de Art Nouveau quedaron opacadas por pinturas que se colocaron durante el gobierno del dictador Maximiliano Hernández Martínez, quien tuvo su oficina en el palacio. Es decir que Bukele no fue el primero en destruir el palacio, Hernández Martínez lo hizo antes.

Según el libro de Elisa Cleek, los murales Art Nouveau en las paredes interiores de las habitaciones, así como las decoraciones pintadas del techo suspendido de metal estampado, fueron pintados por los mejores artesanos salvadoreños. La obra fue dirigida y supervisada por un maestro pintor salvadoreño conocido sólo como Sánchez, ya que su nombre completo se pierde en la historia.

¿Por qué la identidad cultural del palacio es importante?

El estilo arquitectónico Art Nouveau incorpora elementos folklóricos simbólicos exclusivos de la cultura propia de El Salvador. Tanto el exterior como el interior contienen símbolos y colores importantes sagrados para los pueblos indígenas del país. Uno de esos símbolos es el quincunx, un patrón geométrico que consta de cinco puntos dispuestos en cruz, formando cuatro de ellos un cuadrado o rectángulo y un quinto en su centro. Tiene forma de flor de cuatro pétalos y es el símbolo de Teotihuacán y del pueblo náhuat de El Salvador.


Fotos Elisa Cleek


Dicho símbolo está incorporado en todo el Palacio Nacional. En las ventanas, en el salón rojo, el azul y el rosado, explica Creek, quien fotografió cada uno de los salones.

Luego del golpe de Estado al presidente Arturo Araujo, Maximiliano Hernández Martínez se instaló en el palacio. Fue una época de deterioro, ya que funcionaron ahí las oficinas de gobierno y se descuidó el palacio. Fue entonces que se pintaron las paredes y se ocultó el Art Nouveau. El palacio ha sufrido tanto. “Lo que no les gusta lo pintan y lo destruyen”, dice Cleek. “Tengo miedo que vayan a continuar con la destrucción”, ya que antes usaron ácido en los pisos y los dañaron. A lo mejor alguien los vio y decidió que lo mejor era quitarlos”, dice Cleek al referirse a las baldosas que fueron removidas recientemente. Pero agrega que solo necesitaban ser restaurados.



A primera impresión, el vestíbulo principal, la sala 1, del palacio parece ser una habitación relativamente modesta, debido a su falta de ornamentos, pinturas y muebles ostentosos. “Tras un examen más detenido, el visitante notará que los pisos y frisos están hábilmente colocados con mármol blanco puro de carrara y granito gris y negro de primera calidad. Del techo cuelga una hermosa lámpara de araña de cristal tallada a mano importada de Italia (…) Las maderas duras nativas son extremadamente duraderas, no se pudren en el clima húmedo y la madera es resistente a las plagas de insectos. Con cuidado pueden durar generaciones”. Este fragmento es parte del libro que pronto será publicado.


Fotos Elisa Cleek


En el Salón Rosado del palacio funcionó la Corte de Justicia y en el Salón Amarillo la oficina presidencial. Cleek mediante las fotografías logró identificar que algunas baldosas que se quitaron este año eran de esos salones. Trae a cuenta la destrucción de baldosas, ya que durante el gobierno de Hernández Martínez, el palacio “quedó hecho un desastre”. Se cuestiona ¿qué pueden hacer los salvadoreños ante la destrucción del palacio?, su percepción es que existe miedo de denunciar.



El Palacio Nacional es antisísmico y de materiales que no se queman

Cleek asegura que bajo el palacio hay una formación volcánica, lo que da lugar a una pequeña elevación del terreno. En los mapas antiguos se puede ver esa elevación. Hay un sótano en el lado norte donde estaban los documentos rescatados del incendio del primer palacio. Recuerda que se resguardaban en cajas. Desconoce si continúan en ese mismo lugar. Desde ese sótano se ve la pared volcánica. Todo esto es parte de lo que Cleek ha documentado mediante su investigación.

Luego que se quemó el antiguo palacio en 1889, se inicia la construcción de uno nuevo, cuya construcción inició en 1903. Se buscan materiales de primera calidad y con tecnología antisísmica. Es por eso que el palacio no se cayó en los terremotos de 1965 y el de 1986.

“El diseño sísmico del edificio es una obra de genio”, explica Cleek en su libro. “Todas las paredes, pisos, pilares de terrazo, pedestales, columnas, balcones y escaleras de concreto reforzado con acero están unidos para reforzarse entre sí, y todos trabajan en conjunto para fortalecer toda la estructura”. Para resistir terremotos e incendios, el edificio se construyó con hormigón armado y ladrillo refractario, un material cerámico utilizado para revestir hornos, fogones y chimeneas.

Para mayor durabilidad y para evitar la descomposición por óxido en el clima húmedo, los paneles del techo fueron hechos de aleaciones de estaño, plomo y aluminio.

Para evitar deformaciones y pudrición por el clima húmedo y la destrucción por infestación de termitas, el techo del vestíbulo principal, los pasamanos de las escaleras, las puertas y ventanas interiores decorativas se fabricaron con maderas de alta calidad: caoba, roble y cedro, hechos por maestros carpinteros salvadoreños.

Cleek explica que las paredes del palacio fueron construidas para que no se quemen. Además, los techos, pisos y paredes están amarrados y las paredes reforzadas al techo. Los pilares se pusieron ahí por un motivo, refuerzan la estructura. Los pilares son antisísmicos. Removerlos sería un riesgo, explica Cleek.



Cleek enfatiza en la importancia de preservar lo histórico, pero lamenta que incluso libros importantes están incompletos, debido a malas prácticas de los funcionarios. Pone como ejemplo “El libro azul”, impreso en 1916, un documento que nació como guía comercial y de venta de publicidad, pero luego se vuelve importante porque refleja el quehacer de la época. Contiene fotografías de edificios relevantes, estaciones de ferrocarril, imágenes de costumbres citadinas y rurales, beneficios de café, edificios comerciales, ingenios azucareros, entre otras.

El libro Azul se resguardaba en el Archivo General de la Nación, anteriormente estaba protegido en una zona donde habían cámaras de seguridad, pero un funcionario lo tomó prestado, cuenta Elisa Cleek, y cuando lo devolvió le hacían falta varias páginas. Sin embargo, ella tiene una copia completa del libro, pero teme donarlo para que sea resguardado por el Gobierno de El Salvador, pues como sucedió antes, alguien más se lo puede llevar. Su temor viene de la impunidad que ha visto durante mucho tiempo en el país. “La gente sabe que nada les va a pasar, por eso pueden quitar hasta las baldosas”, dice Cleek.

Según su reflexión, en los centros educativos no se enseñó a valorar el patrimonio. Agrega que a los dictadores no les importa que la gente pierda parte de su historia.



El libro de Elisa Cleek: “El significado de los símbolos del Palacio Nacional de El Salvador” aún no se publica. Lo tenía listo desde 2019, pero luego la pandemia atrasó su plan de publicación.

Cleek planea regresar a El Salvador pronto e inaugurar su libro. Será publicado primero en inglés y luego en español. Pero ante las remodelaciones recientes, el libro ya no será lo mismo, porque ya cambiaron el palacio, dice con tristeza.



Los cambios en el Palacio Nacional le han hecho pensar a Elisa que probablemente el libro no sea valorado, pese a ser el primer libro exclusivo sobre el significado de los símbolos del palacio, que recoge las fotografías de cada uno de los salones, que nadie logró documentar con tanto detalle.

Pese a que la Biblioteca Nacional de El Salvador quiere tres copias, no está segura de hacerlo. En un inicio planeaba donar el libro al Ministerio de Cultura, como un regalo. Pensó que si compraban el libro, ese dinero podría servir para mejorar el palacio. Ahora su plan ha cambiado. Entregará copia de su libro a la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos. “Probablemente regrese al país y no voy a dar el libro al gobierno”, dice Cleek. Lo dará a Estados Unidos, ya que cree que “ahí no desaparecerá”.