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44 años después de su martirio, Monseñor Romero sigue incomodando al poder


Redacción YSUCA / 23 marzo 2024 / 2:40 pm

Composición: Radio YSUCA

Por Milton Rodríguez



Estas son palabras expresadas por Monseñor Óscar Arnulfo Romero, mientras pronunciaba sus homilías en Catedral Metropolitana y hablaba de los problemas que se vivían en El Salvador, en la década de 1970, época que marcó el preludio de la guerra civil que duró 12 años.

La predicación profética del obispo salvadoreño, declarado santo en mayo del 2018,  se enfocó en la promoción de la paz, a través de la denuncia de las injusticias sociales y los abusos de poder que golpearon por años al pueblo. 

Su compromiso con los pobres lo llevó a perder la vida el 24 de marzo de 1980. Eran las 6.25 de la tarde cuando oficiaba una misa en la capilla del Hospital Divina Providencia, en la Colonia Miramonte, de San Salvador. Testigos del martirio recuerdan que un francotirador desde la entrada de la capilla disparó una bala que atravesó su corazón. 

Romero criticó con valentía, y a la luz del evangelio, a quienes ostentaban el poder e impulsaron una serie de acciones que afectaban a la mayoría de la población. En ese contexto, el primer santo salvadoreño denunció violaciones a derechos humanos, represión de cuerpos de seguridad, acciones antidemocráticas, presión de militares durante las elecciones, falta de independencia judicial y, por supuesto, la excesiva violencia que provocó la muerte de miles de salvadoreños. 

Hay  precariedad y pobreza en el país  

Analistas aseguran que 44 años después de su martirio, la figura del religioso y su mensaje, no pierden vigencia porque representa un desafío para dar continuidad a su reclamo de justicia y de paz.

Entrevistado por radio YSUCA, el padre Vicente Chopin, de la diócesis de San Vicente, dice que Romero sigue vivo, incluso a partir de su propia persona, porque no solo es expresión de la santidad canonizada y del martirio, sino también en la expresión de impunidad. 

Añade que a la fecha sigue siendo válido el discurso que pronunciaba el ahora santo para defender los derechos fundamentales y señalar las precariedades de la población.



La pobreza de la que habla Chopin fue una de las causas por las que proliferaron las pandillas que causaron daño a los salvadoreños. Según el gobierno actual, estos grupos delincuenciales han sido debilitados gracias al régimen de excepción que se ejecuta desde hace casi dos años y que le ha permitido capturar a más de 75 mil personas, acusadas de supuestamente pertenecer a pandillas. 

Sin embargo, organizaciones defensoras de derechos humanos señalan que la medida suspende los derechos de los salvadoreños a tener un debido proceso, a tener una defensa y a la presunción de inocencia. 

Un ejemplo de esto es la captura de María Verónica Delgado, integrante del Bloque de Búsqueda de Personas Desaparecidas que fue arrestada en su domicilio, hace algunos días, bajo la medida excepcional. A Verónica le dieron medidas sustitutivas a la detención el 22 de marzo. 

Esta captura marca un precedente debido a que integrantes del Bloque denuncian que a la defensora de derechos humanos la detuvieron luego de participar en la marcha del pasado 8 de marzo para solicitar justicia y verdad sobre su hija Paola Jimena Arana, desaparecida desde el 26 de mayo del 2022.

Organizaciones sociales denuncian que también han sido capturados 17 sindicalistas que exigieron sus derechos. Por su parte, Cristosal registra hasta el 5 de marzo pasado 3,772 personas vulneradas en sus derechos, mediante el estado de excepción.

Francisco Omar Parada, del Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular, manifestó que estas capturas arbitrarias son graves y deben ser expuestas para que se conozcan las consecuencias de tener “un régimen de excepción criminal” que estigmatiza a los que viven en sectores populares. 

Bajo este panorama, Parada ve necesario retomar las palabras de San Romero, concretamente lo que manifestó en su última homilía. Es importante abordar los problemas actuales considerando el mensaje de Romero. El cese a la corrupción, a la represión, a los despojos de tierras y el cese a la militarización, dijo el líder social.



¿Quién se hace cargo de los crímenes que se cometen en las cárceles salvadoreñas? se pregunta Trinidad de Jesús Nieto,  coordinador del Comité Nacional Monseñor Romero y amigo cercano del obispo martirizado.

Apoyado sobre la puerta principal de la capilla donde fue asesinado el santo salvadoreño, reiteró que el pensamiento fundamental de Romero fue la vida y asegura que el ahora santo estaría preocupado con lo que sucede en el país hoy en día porque “garantizar la vida implica garantizar los derechos humanos”. 

Mencionó la complicada situación económica que enfrentan los salvadoreños y criticó la falta de políticas gubernamentales para garantizar la seguridad alimentaria.



Monseñor Romero rechazaría la reelección presidencial 

Romero estaría diciendo que la mentira es uno de los peores pecados y señalaría que los que ostentan el poder le montan circo a la gente para mantenerla engañada. “Ahí están los circos que este gobierno está montando uno tras otro, por ejemplo esa carrera ciclista con corredores internacionales para que la gente se olvide que acá hubo fraude. Está utilizando los métodos de los dictadores de la historia”, manifestó Nieto. 

Trinidad de Jesús ejerció el sacerdocio en tiempos de Romero y asegura que el santo salvadoreño estaría denunciado la reelección inconstitucional de Nayib Bukele.  El padre Chopin coincide con Nieto y dice que Romero era respetuoso de la legalidad y por eso hubiese escrito una carta en rechazo al segundo mandato del actual gobernante. Es más, cree que dos obispos actuales lo habrían respaldado.



Chopin cree que Romero hubiera creado instancias para que desde la iglesia se investigara las detenciones injustas, torturas y muertes en las cárceles. Además profundizó en qué fue lo que permitió que en el país se repitan algunos de los problemas que enfrentó Romero. 

El sacerdote diocesano considera que este es un tema complejo y  menciona algunos elementos: los bajos niveles de educación, el descontento de la población con los partidos tradicionales y el control estatal de los medios de comunicación para transmitir percepciones subjetivas.

Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero, en su artículo de opinión “El desafío de monseñor Romero”, publicado en marzo del 2023 consideró que el obispo canonizado en 2018 llamaría la atención sobre las causas que llevaron a decenas de miles de jóvenes a organizarse en pandillas criminales. 

Denunciaría el pecado que se encuentra en su origen y llamaría a cerrar esa posibilidad con la construcción de una sociedad igualitaria, solidaria y pacífica, donde la explotación, la opresión y la violencia no tengan cabida, manifestó el jesuita. 

Quieren olvidar la voz profética de Romero 

“Quisieron callar su voz asesinándolo”, dijo Cardenal y remarcó que “hoy, muchos olvidan su palabra profética. Pero su voz resuena interpelante”. 

Al igual que el padre Cardenal, otros devotos de Romero consideran que en la actualidad hay un interés del gobierno actual por borrar la memoria histórica, el legado y el mensaje retador de Romero. 

Muestra de eso es que desde diciembre del 2023, empleados de la Dirección de Obras Municipales que trabajan en la remodelación de la Plaza Universitaria, informaron a este medio que la imagen de Romero, ubicada a un costado de Catedral Metropolitana, sería trasladada a la Universidad de El Salvador. 

Devotos del santo gestionaron para que el monumento del obispo martirizado fuera trasladado al hospital Divina Providencia, donde lo asesinaron. La petición fue escuchada y la imagen llegó el 12 de marzo del 2024.

El traslado causó consternación a muchos. Las hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, expresaron que  el santo regresó al lugar en el que siempre quiso estar: al lado de los que sufren, en el hospital para personas enfermas de cáncer.

La UCA publicó recientemente un editorial titulado: “un santo que incomoda al poder” en el que expone que las acciones que busquen retirar a Romero de la conciencia pública no harán más que acrecentar su recuerdo. Y no solo su recuerdo, sino también la responsabilidad de construir un país con justicia social, participación democrática y sin abusos de poder, sea este económico, ideológico, político o militar.

Añade que El Salvador ha cambiado desde los tiempos de Romero y de la guerra, pero la irresponsabilidad estatal frente a las necesidades de los pobres y de quienes están en vulnerabilidad continúa siendo un problema grave.

Se han superado algunos rasgos de violencia; permanecen otros no menos graves. La violencia intrafamiliar, el abuso sexual, la pobreza y la desigualdad, el abandono de la mayoría de ancianos sin pensión, la falta de medicamentos, la poca inversión en educación, la fría utilización de medios injustos para conseguir prestigio y poder, son formas de violencia soterradas y escondidas debajo de un manto de propaganda creador de ilusiones.

La memoria y los aniversarios vividos desde la fe y la confianza en el valor de los mártires, devuelven la esperanza a los pobres y vencen al olvido impulsado por el poder, concluye el editorial de la UCA. 


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