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Editorial

Crisis hídrica inminente


Redacción YSUCA / 29 agosto 2022 / 4:30 pm

Editorial UCA
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Desde el martes 23 de agosto se está celebrando en Estocolmo la Semana Mundial del Agua. Se ha partido del hecho incontestable de que el agua en general, y en particular la destinada al consumo humano, “está bajo una presión sin precedentes debido al rápido aumento de las temperaturas”. La preocupación sobre la situación del agua es cada vez mayor. Fuentes del Banco Mundial afirmaron recientemente que una de cada cuatro personas vive en zonas del planeta donde no hay suficiente agua. Nuestro país, encandilado con promesas de bienestar y desarrollo, parece ajeno en el terreno gubernamental y legislativo a esa preocupación.

A pesar de que El Salvador tiene una pluviosidad anual mayor a la de muchos países desarrollados, el servicio de agua adolece de serios fallos en términos de calidad y acceso. Se privilegia el uso industrial sobre el derecho de las personas. Además, por la proliferación de proyectos residenciales orientados al 20% de la población que goza de mejores condiciones económicas, se tiende a convertir el acceso al agua de calidad en un servicio cada vez más exclusivo para quienes gozan de ingresos altos. La explotación irresponsable de acuíferos y la destrucción de yacimientos y zonas de recarga hídrica por la construcción de residenciales privilegiadas y centros comerciales se han convertido en prácticas habituales. El desinterés por cuidar los ríos, repoblar forestalmente los cerros y valles, y proteger los acuíferos subterráneos pintan un panorama pesimista sobre el futuro inmediato.

Para colmo de males, en el país, las consecuencias del cambio climático no son tenidos en cuenta. Los científicos que estudian con seriedad la problemática advierten que los efectos del fenómeno serán más duros en las zonas tropicales. Pero la ciencia no parece llegar a la conciencia del Gobierno. Desde el Estado no se trabaja la prevención, estudio y planificación de respuestas adecuadas a un futuro asolado por sequías más largas e inundaciones más violentas y destructivas. Los próximos años serán clave para la protección y cuido del agua. Ya se ha desaprovechado la oportunidad de legislar adecuadamente al respecto. En la medida en que no se cuide el agua, las enfermedades gastrointestinales y renales continuarán golpeando a amplios sectores de la población e impidiendo alcanzar las metas de desarrollo recomendadas por las Naciones Unidas.

La vida en el país estará cada día más en riesgo si desde el Estado no se toma la decisión de cuidar y proteger el agua en serio, tanto de la contaminación como del abuso de empresas que la entienden solo como un bien económico de acceso fácil. Algunas naciones con una precipitación pluvial semejante a la nuestra tienen planes y proyectos para implementar la gratuidad del agua para consumo humano y saneamiento. En esa línea, la explotación comercial del líquido (sea para riego o para elaboración de bebidas embotelladas, por ejemplo) debe aportar impuestos o recursos que garanticen el acceso universal al agua potable y para el saneamiento de las viviendas. Un país como el nuestro, con tantas carencias y necesidades, no puede darse el lujo de seguir distraído en pirotecnias y castillos de arena, ignorando la crisis hídrica inminente.