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Nacionales

Las huellas del Darién


Redacción YSUCA / 28 mayo 2022 / 2:05 pm

Foto Radio YSUCA / E. Franco


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Eran cerca de las 12 del mediodía, un camión militar baja alrededor de 40 personas de diversas nacionalidades. Uno a uno los migrantes descienden de la unidad con una mochila en su espalda o bolsas negras en sus  manos. Ahí vienen algunas de las pertenencias que lograron mantener a su lado después de despojarse de otras cosas que no pudieron cargar en su travesía de 6 días en la selva más peligrosa de América Latina.

En esas maletas también guardan los sueños con los cuales partieron de sus países.


Foto Radio YSUCA / E. Franco


Los rostros de los migrantes que llegan a la estación de Recepción Migratoria en la comunidad de San Vicente, ubicada en el distrito de Pinogana, provincia de Darién, en Panamá, revelan las huellas de la angustia, el miedo y el dolor   que experimentaron durante su recorrido por la selva, que cuenta con más de 500 mil hectáreas de vegetación y que une la zona fronteriza este de Panamá con la zona noroeste de Colombia.

Migrantes que llegan a la estación de Recepción de San Vicente en la provincia del Darién bajan del camión militar con lágrimas en sus rostros. Ellos sobrevivieron a los peligros de la selva del Darién, también conocida como el Tapón del Darién. Algunos migrantes vienen desde Venezuela, Haití, Cuba, Gana, Senegal y otros países africanos. El objetivo es llegar a Estados Unidos en búsqueda de mejores oportunidades para ellos y sus familias.

Radio YSUCA viajó hasta el Darién para conocer de cerca la situación que miles de migrantes viven, luego de haber sobrevivido a los peligros de la selva.

María Elena es una joven de 27 años, originaria de Margarita Nueva Esparta, Venezuela. Logró cruzar la selva del Darién, sobreviviendo a una caída que casi le cuesta la vida. Sin embargo, a pesar del poco o nulo apoyo de otros migrantes que también van en ruta, un  haitiano le ayudó.  Elena tomó la difícil decisión de abandonar Venezuela por la crisis económica que se vive en esa nación. Ella piensa que si logra llegar a Estados Unidos, podrá ayudar a sus dos hijos que dejó con su padre en  Venezuela.



“Hay personas que pierden la vida ahí en la selva del Darién-, que son abandonadas. Es un infierno que no volvería a recorrer. De haber sabido de los peligros no me hubiese ido”, relata Elena.

Muchos de los migrantes inician su recorrido con varias pertenencias, pero en el camino tienen que abandonarlas para poder hacer más liviano y menos cansado el desplazamiento por toda la selva del Darién, compuesta por terrenos con muchas piedras, lodo, ríos, barrancos y animales salvajes.

Algunos de los migrantes salieron de sus países solos, otros con amigos, o en familia. Muchos por no desintegrarse, como familia, exponen a sus hijos a los peligros de la selva.

Según datos de UNICEF, en 2021 cerca de 19.000 niños y niñas migrantes atravesaron la selva del Darién, casi 3 veces más que el número registrado durante los cinco años anteriores juntos.  1 de cada 5 migrantes que cruzan la frontera entre Colombia y Panamá son niños y niñas. La mitad de ellos tiene menos de cinco años.

Casi perdemos a nuestros hijos en la selva

Yajaira Cárdenas, de 28 años, es una mujer peruana que junto a su esposo de 24 años, Isaías José, de nacionalidad venezolana, tomaron la decisión de abandonar sus países de origen por factores económicos. Ambos vienen desde Perú con sus 2 hijos, uno de 5 meses y otro de 5 años.

La decisión de arriesgar a su familia es por cumplir su sueño llegar a Estados Unidos y mejorar sus condiciones de vida. Isaías manifestó que pasaron cuatro horas perdidos en la selva del Darién y dijo que por un momento se vio muerto con su hijo vivo en su pecho. La sed, el hambre de dos días, largas horas de camino y los abismos de los barrancos casi acaban con la vida de la familia.

Isaías dice que fueron momentos de mucho temor, más cuando su esposa Yajaira estuvo a punto de caer por un barranco con uno de sus hijos. Afortunadamente Isaías logró salvarla.



Con voz entrecortada, los esposos dijeron que gritaban desesperados pidiendo ayuda pero nadie los escuchaba. Sus hijos también lloraban y gritaban, el sol y el cansancio que tenían era evidente en la familia. Los esposos dicen que durante todo el camino rezaban pidiendo fuerzas para continuar. Por fin, y luego de muchas horas de angustia, lograron  encontrar el camino.

En la región del Darién existen pueblos indígenas que muchas veces ayudan a los migrantes que viajan solos o los guían cuando son abandonados por los coyotes en plena  selva. Yajaira e Isaías encontraron en el camino a comunidades indígenas quienes les ayudaron para lograr salir de la selva y llegar a la primera estación migratoria. “Dios es grande”, “Dios es grande”, reitera y agradece la familia.



Esposos Isaías y Yajaira | Foto Radio YSUCA / E. Franco


El Dairén es un peligro

Antonieta Sanabria huyó también de Venezuela a Colombia, donde intentó hacer su vida por casi un año en medio de su embarazo. Ella asegura que las condiciones económicas no le permitieron quedarse en esa nación y, por eso tomó la decisión junto a su familia de migrar de nuevo e ir hacia Estados Unidos.

“Vivir en Colombia es caro, todo es plata, plata, para los venezolanos”. Sanabria asegura que tuvo que huir también de Colombia pues intentaron quitarle a sus hijos. Vendieron lo poco que tenían para ir hacia los Estados Unidos.

La mujer dice que muchas veces los guías engañan a los migrantes incluso los hacen caminar mucho más. Si ya no aguantan cargar sus cosas o sus hijos los guías les ofrecen ayuda, pero cobran más por ayudarles. Si no les dan dinero algunos les roban.


Antonieta Sanabria | Foto Radio YSUCA / E. Franco


La mujer narra que durante todo su camino vieron gente morir o caer a los barrancos o enterrar a sus seres queridos en medio de la selva. Las personas que fueron sus acompañantes en la travesía, unos haitianos, no llegaron al refugio, señala Sanabria. Eran cerca de las 8 de la noche, mientras Antonieta narraba. La lluvia sacudía la provincia del Darién.



Los migrantes que deciden cruzar el Darién se someten a los riesgos de ser devorados por animales feroces de la selva, ser asaltados o violados por bandas de criminales o narcotraficantes que deambulan por la selva.  

Migrantes presas de la fauna y los narcotraficantes

Los migrantes son motivados por bandas de traficantes a cruzar el Darién. Les aseguran que es un paso seguro cuando en realidad es todo un riesgo.  Algunos de los migrantes lo califican como el “Tapón del infierno”, como una analogía al “Tapón del Darién”, como es conocido.

Una vez se cruza la selva del Darién, los migrantes buscan llegar a las Estaciones de Recepción Migratoria -ERM- que el Gobierno de Panamá ha implementado para atender a los 300 a 500 migrantes diarios que cruzan la selva.

Los migrantes utilizan dos caminos, uno es Bajo Chiquito, una comunidad indígena donde los migrantes utilizan embarcaciones llamadas “piraguas” para salir hasta los albergues habilitados por las autoridades panameñas. El viaje por río puede tardar hasta cuatro horas cuando la navegación lo permite. La otra ruta es Canamembrillo, un pueblo situado en el Darién cerca de la frontera colombiana de cara al Caribe. Ese es ahora el sitio de llegada, explicó Elías Cornejo, coordinador de Fe y Alegría en Panamá.



“La gente debe entender que los migrantes son seres humanos y han pasado por el drama humano de romper sus raíces, romper una selva inhóspita y pasar por varios países. La población en la región debe entender que hay mucho sufrimiento, dolor e historias. Debemos ser “Las Verónicas de Semana Santa, que limpie el sufrimiento”, reflexiona  Cornejo.

Según datos de la Oficina de Medicina Legal, que trabaja en la región y que han sido publicados por medios panameños, en 2021 se logró recuperar cerca de 50 cuerpos sin vida en la selva del Darién.

El Tapón del Darién, es un lugar donde la carretera Panamericana se parte en dos, por su difícil acceso, algunos cuerpos son sacados con helicópteros militares. otros son enterrados por los lugareños en la misma selva o los acercan a las autoridades, explica uno de los militares.


Foto Radio YSUCA / E. Franco


Un poco de agua, comida y atención médica

Tras su travesía por el Darién, los migrantes llegan a los refugios cansados, algunos con ampollas en los pies o heridas en el resto de su cuerpo. En los refugios son atendidos por la asistencia humanitaria.

El Darién recibe a los migrantes con un calor intenso en el Centro de Recepción de Migrantes. En nuestra caminata por el centro, varios migrantes se ven notablemente agotados. Algunos se toman unos minutos para charlar y contar su travesía, otros cuentan cuál es su objetivo. Mientras que unos callan y observan con desconfianza a todo el que se les acerca.

En la estación se observan tiendas de campaña y una docena de contenedores donde los migrantes descansan.


Foto Radio YSUCA / E. Franco


Algunos migrantes una vez llegan a la estación, tras unas horas de descanso, y si el dinero les alcanza, esperan en la estación la llegada de autobuses, los cuales los llevan hacia la estación cercana entre la frontera Panamá – Costa Rica. Las unidades cobran $40 dólares por persona y llegan alrededor de 7 autobuses al día.

“Si el dinero les alcanza abordan las unidades y se van. Algunos migrantes que les han robado esperan que sus familiares les manden dinero por Tigo Money. Otros se rebuscan y entre ellos reúnen el dinero suficiente para abordar las unidades. Ellos pueden quedarse aquí en el centro unos días mientras consiguen el dinero”, explica un militar.

Casi siempre la mirada de la migración se pone en los miles de Centroamericanos que buscan las fronteras norte y sur de México para entrar a Estados Unidos, sin embargo los migrantes que vienen del Sur y que atraviesan el Darién también se ven expuestos a una serie de abusos y peligros a su paso por esa selva. En los últimos años, el número de personas que cruza esta zona está en aumento.

“Lo difícil ya lo pasamos, lo que está atrás -Darién-, lo que viene ahora es duro pero no es difícil. Yo recomiendo a la gente que no cruce el Darién, que no se venga por ahí”, advierte Rodolfo Romero, de 42 años, paramédico de profesión, quien también migra para mejorar su economía.


Foto Radio YSUCA / E. Franco


A varios de los migrantes les consultamos si volverían a cruzar la selva del Tapón de Darién y todos respondieron, como si se hubieran puesto de acuerdo: no, no volverían a cruzarlo.

Panamá delega la responsabilidad a las otras naciones

Marco Tulio Gómez, director general de Fe y Alegría en Panamá, explicó que el Gobierno de ese país busca facilitar el flujo migratorio hacia el norte, haciendo de esa nación un lugar de tránsito para los ecuatorianos, cubanos, africanos, haitianos y otros que decidan tomar esa ruta.  Es por eso que Panamá controla y brinda algunos servicios para que los migrantes no se queden en Panamá, sino que solo sea un paso migratorio.



Foto Radio YSUCA / E. Franco


Una vez los migrantes llegan a Costa Rica, lo que pasa con ellos por toda Centroamérica es otra historia con nuevos retos y desafíos que deben enfrentar.


Foto Radio YSUCA / E. Franco


En 1981, El Darién fue declarado como Patrimonio de la Humanidad y en 1983 como Reserva de Biosfera. Por esta selva cruzan miles de personas que toman la decisión de abandonar sus países en busca de mejores condiciones de vida. Algunas logran contar su experiencia, otras se quedan en la selva del Darién para siempre.


Foto Radio YSUCA / E. Franco


La Asociación Fe y Alegría, a través de la Red Jesuita con Migrantes, acompaña en la construcción de una sociedad incluyente, hospitalaria, en donde se respeten y garanticen los derechos humanos de las personas migrantes.

En abril pasado, el jefe de la diplomacia estadounidense Antony Blinken visitó Panamá para iniciar con los preparativos de  la Cumbre de las Américas, donde se abordará el drama humano de la migración.

Desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, se ha incrementado el número de migrantes que cruzan ilegalmente la frontera de México con Estados Unidos.

De acuerdo con el Gobierno de Panamá, unos 19.000 migrantes irregulares han llegado a Panamá en lo que va de 2022.  El año pasado fueron más de 100 mil el número de migrantes que cruzaron la peligrosa jungla en la frontera con Colombia, en su ruta de tránsito hacia Norteamérica.

La migración tiene rostros concretos. Son hombres, mujeres, niños y niñas que se exponen diariamente a toda clase de peligros, en busca de mejores condiciones de vida. Salen de los países que les niegan la oportunidad de vivir como seres humanos sujetos de derechos.