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Hoy quiero presentarles -dice el Papa Francisco- a San José como un migrante perseguido y valiente. Así lo describe el evangelista Mateo en el pasaje de la Huida en Egipto que hemos escuchado. La Sagrada Familia, como tantos de nuestros hermanos y hermanas en la actualidad, experimentó también la injusticia y el sufrimiento de tener que dejar la propia patria debido a la prepotencia y violencia del poderoso de turno.
En este escenario se contraponen dos personajes. Por una parte, Herodes, que sintiéndose amenazado por el nacimiento del “rey de los judíos” y, defender su propio poder, decide asesinar a todos los niños de Belén menores de dos años. Él es símbolo de muchos tiranos de ayer y de hoy que quieren vencer sus miedos ejerciendo el poder de manera despótica y violenta. Por otra parte, san José, hombre justo y valiente, que para salvar la vida del niño y de la Virgen, se fía de la indicación del ángel y afronta todas las dificultades y peligros del viaje.
Herodes y José son dos personajes opuestos, que reflejan las dos caras de la humanidad de siempre. Es un error común considerar la valentía como la virtud exclusiva del héroe. En realidad, la vida cotidiana de cada persona requiere valor para afrontar las dificultades de cada día. En todas las épocas y culturas encontramos hombres y mujeres valientes que, por ser coherentes con sus creencias, han superado todo tipo de dificultades, soportando injusticias, condenas e incluso la muerte. La valentía es sinónimo de fortaleza, que, junto con la justicia, la prudencia y la templanza forma parte del grupo de virtudes humanas conocidas como “cardinales”.
La lección que hoy nos deja José es la siguiente: la vida siempre nos depara adversidades, y ante ellas también podemos sentirnos amenazados, con miedo, pero sacar lo peor de nosotros, (como hace Herodes), no es el modo para superar ciertos momentos, sino actuando como José, que reacciona ante el miedo con la valentía de confiar en la Providencia de Dios. Recemos hoy por todos los migrantes, por todos los perseguidos y por todos aquellos que son víctimas de circunstancias adversas y que por esto se sienten desanimados y abandonados. Pensemos en tanta gente víctima de la guerra, que quieren escapar y no pueden. Pensemos en los emigrantes que acaban su vida en el mar. Veamos en María y José a cada uno de los emigrantes de hoy. La emigración hoy es un escándalo social de la humanidad.
En este tiempo de Navidad, imploremos al Señor Jesús, por intercesión de la Virgen y de san José, que nos conceda la gracia de fiarnos de la Providencia divina en todo momento, y también la valentía de acoger con espíritu cristiano de caridad y solidaridad a todos nuestros hermanos y hermanas que han tenido que huir de su tierra y abandonar sus hogares. Que el Señor nos conceda un año nuevo lleno de sus dones y sus bendiciones.
Papa Francisco