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Editorial

Tiempos difíciles para la economía familiar y nacional


Redacción YSUCA / 06 mayo 2022 / 7:05 pm

Editorial UCA
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El estudio de opinión realizado por el Iudop a finales de 2021 mostró que el 93% de la población percibía un significativo aumento en el costo de los alimentos. Esa percepción tenía una base real: según la Digestyc, el costo de la canasta básica alimentaria tuvo un significativo incremento en los últimos meses del año pasado. El mismo comportamiento se observa en el primer trimestre de 2022. Y el valor de la canasta básica alimentaria ha seguido creciendo. Su precio en marzo de 2022 fue un 5.8% superior a un año antes. También el índice de precios al consumidor muestra un incremento del 6.7% entre marzo de 2022 y el mismo mes del año pasado. Estamos, por tanto, ante un incremento del costo de la vida mucho más elevado que en los años recientes; esta dinámica no se había observado en El Salvador desde 2011.

Sin duda, ello está golpeando la economía familiar. De hecho, la población ya lo afirmaba en diciembre: el 60% consideraba que el costo de la vida había aumentado mucho y el 46.6% señalaba que se había visto obligado a dejar de adquirir algunos alimentos porque no le alcanzaban los ingresos. Otros manifestaron que habían tenido que prestar para llegar a fin de mes. Incluso en algunos hogares alguno de los miembros tuvieron que dejar de estudiar debido a la falta de recursos económicos. Esta situación es preocupante, pues, entre otras cosas, afecta la ya deteriorada situación nutricional de muchas familias. Los hábitos alimenticios del 50% de las familias reflejan un déficit calórico del 25% y déficits en minerales y vitaminas. Y los alimentos que la población afirma estar dejando de consumir por su mayor costo son los que proporcionan mayor cantidad de calorías y nutrientes.

Dada la limitación del mercado laboral, que apenas ofrece empleo formal a un millón de salvadoreños, la situación no se resolvería incrementando el salario mínimo, pues la gran mayoría de la población trabaja por cuenta propia, no depende de un sueldo. En la encuesta del Iudop, el 56.2% de la población afirmaba que el incremento del salario mínimo que tuvo lugar en agosto de 2021 ayudó poco o en nada a aliviar la economía familiar. No son pocas las familias salvadoreñas que ni siquiera logran juntar ingresos equivalentes a un salario mínimo.

Considerando la situación económica a nivel mundial, las ramificaciones del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la dependencia de El Salvador de la importación de una gran variedad de productos y la fragilidad de la economía nacional, no hace falta ser pesimista para afirmar que vienen tiempos muy difíciles para el país. Un panorama que se ensombrece aún más por la incapacidad del Gobierno de buscar entendimientos para resolver los problemas nacionales y elaborar un verdadero plan de desarrollo económico. Incapacidad a la que se suman las erróneas decisiones que en materia económica se han tomado, entre las que destaca la adopción del bitcóin como moneda de curso legal. A la fecha, esta medida solo ha servido para incrementar el nivel de riesgo del país y ahuyentar la inversión.

Una acción necesaria para reducir los efectos negativos de este contexto es incrementar la producción nacional, tanto de alimentos como de cualquier otro producto de consumo. Esto disminuiría la dependencia del exterior. Asimismo, mucho ayudaría aumentar la producción de los artículos de exportación, dado los mejores precios del mercado internacional. Producir más y mejor es, pues, una de las muy pocas opciones que tiene El Salvador para salir adelante en la coyuntura actual.