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Opinión

Economía, jóvenes y el papa Francisco


Redacción YSUCA / 19 diciembre 2022 / 5:49 pm

Por José María Tojeira, S.J.
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En 2019 nació un movimiento solidario llamado “La Economía de Francisco”. Desde sus primeros mensajes el Papa había insistido en dar claramente un “no a una economía de la exclusión y la inequidad”, simple y sencillamente porque “esa economía mata” (Evangelii Gaudium 53). Fiel a la necesidad de transformar “una economía que mata, en una economía de la vida en todas sus dimensiones”, el Papa Francisco convocó a un amplio grupo de jóvenes economistas y emprendedores para trabajar con ellos en la construcción de una economía más justa e inclusiva. Y desde entonces el trabajo con jóvenes inquietos por la problemática de la injusticia social y la pobreza no se ha detenido. Este año, en el mes de septiembre, el Papa se reunión con aproximadamente mil jóvenes procedentes de cien países (el 30% de América Latina) y firmó con ellos un compromiso en el que los jóvenes se comprometen “individualmente y todos juntos, a emplear nuestra vida para que la economía de hoy y del mañana se convierta en una Economía de Evangelio”.

En ese documento de compromiso se resumen muchas de las inquietudes de nuestras Iglesias Latinoamericanas, que están contra las guerras y la violencia, contra la proliferación de armas. Y sobre todo que atiende las preocupaciones de los pobres y mueve a defender el trabajo con salario digno, a combatir la miseria, a crear una riqueza para todos “que genere alegría y no solo bienestar, porque una felicidad que no se comparte, es una felicidad incompleta”. Una economía que no deje en el abandono y la exclusión a nadie y que esté al servicio “de la persona, de la familia y de la vida, respetuosa de cada mujer, hombre, niño, anciano, y sobre todo de los más frágiles y vulnerables”. Muchos jóvenes compartieron sus experiencias creativas en el campo del desarrollo y la empresa y mostraron la esperanza de que el cambio es posible. En este movimiento se han incorporado como personas de apoyo empresarios y expertos preocupados por una economía solidaria. Y cuenta además con el apoyo de personalidades como el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus o el conocido economista norteamericano Jeffrey Sachs, que intervinieron en anteriores reuniones en Asís. El Salvador tuvo también su representación de jóvenes economistas en las últimas reuniones.

Es una buen noticia, y ojalá esta preocupación por una economía diferente, abierta a la universalidad del desarrollo para todos y todas, se extienda entre los jóvenes salvadoreños. Tener emprendimientos, saber de economía, no deben ser instrumentos para el enriquecimiento personal e insolidario, sino caminos para multiplicar el espíritu de servicio y fraternidad. Nuestros pastores han insistido con frecuencia en que desterremos de nuestra tierra el hambre, la exclusión, las diversas privaciones derivadas de la pobreza y el acaparamiento egoísta de los recursos naturales y humanos de El Salvador. El Papa, al final de la reunión en Asís, concluyó con una oración que decía: “Padre, te pedimos perdón por haber herido gravemente la tierra, por no respetar las culturas indígenas, por no estimar y amar a los más pobres, por crear riqueza sin comunión”. Y terminaba diciendo “bendice a estos jóvenes, con la voluntad de gastar su vida por un gran ideal”. La Pastoral Juvenil salvadoreña, que incluye a tantos y tan generosos jóvenes en diversas labores tanto apostólicas como solidarias, debe ser entre nosotros una fuerza evangelizadora capaz de sumarse también a la “economía de Francisco”. Esa economía que no es sino parte importante de un camino de conversión que rechaza “toda connivencia con las estructuras de pecado que hoy particularmente condicionan a las personas en los diversos ambientes de vida” al mismo tiempo que se opone pacífica y constructivamente a “la guerra de los poderosos contra los débiles”, como bien definía el Papa Juan Pablo II la situación del mundo actual (Pastores Gregis 67).