Dale play


Opinión

El modo de dominación política


Redacción YSUCA / 16 septiembre 2022 / 2:47 pm

Por José María Tojeira
Escuche aquí:


Descargue aquí


El poder político busca siempre maneras de perpetuarse en el poder. Hay maneras estandarizadas que con frecuencia siguen los partidos políticos, sean de la tendencia que sean. Por ejemplo, en El Salvador tanto Arena como el Fmln en el pasado, y en la actualidad el presidente Bukele, tratan de llevarse bien con la Fuerza Armada, darle protagonismo social y no crearle ningún problema. La ideología en en este punto indiferente.

Ninguno de ellos se ha atrevido a poner en algún momento un ministro de defensa civil, como hacen las democracias desarrolladas. Y eso a pesar de que hay civiles que incluso estarían más preocupados por servir al Ejército que muchos de los militares, más interesados en hacer avanzar su carrera que en conseguir poder social. Pero dicho esto, los modos de dominar políticamente y trabajar en favor de la permanencia en el poder, tienen también sus elementos diferenciadores. Más que hacer un ejercicio comparativo entre los partidos que

han administrado el poder en los últimos 34 años, nos concentraremos brevemente en algunos aspectos novedosos y específicos del gobierno de Nuevas Ideas.

El estilo del liderazgo del presidente Bukele trata de combinar, de un modo sistemático, seducción, novedad, ejecución y temor. Seduce con esa capacidad, con frecuencia salpicada de un poco de desvergüenza, de hablar, responder, criticar, enfrentarse, exaltar las propia realizaciones y tomar decisiones rápidas, aunque la ejecución de lo prometido vaya bastante más lento de lo que el discurso puede hacer suponer. Se puede

presentar en la ONU dando lecciones a todos los países de cómo debía estar organizada la asamblea plurinacional, haciéndose selfis, y presumiendo de ser un presidente “cool”. Su estilo desinhibido, irónico y agresivo seduce a muchos salvadoreños. La realidad detrás del discurso, e incluso la vacuidad del mismo, no importa. La apariencia juvenil, activa e incluso respondona, seduce. La escenificación exageradamente glamurosa y la propaganda sistemática contribuye a aumentar la seducción.

Al mismo tiempo hace cosas que “nunca se habían hecho anteriormente”. El manejo de la pandemia fue un ejemplo claro. Aunque posteriormente se ralentizó la vacunación, El Salvador fue uno de los primeros países en América Latina en llegar a cubrir con una o dos dosis al 60% de la población. Repartió tanto canastas alimentarias como 300 dólares a una buena cantidad de gente en necesidad. Y si alguien se contagiaba con Covid le llevaban medicina a la casa y le llamaban por teléfono todos los días para ver qué tal le iba.

En el estado de alerta, tensión y miedo causado por el covid, resultaban problemas menores que el Estado bajara sustancialmente la atención a otras enfermedades crónicas, que se detuviera y castigara ilegalmente a quienes no cumplían con la orden ejecutiva de reclusión domiciliar o que se descuidara y murieran masivamente ancianos internos en los asilos gerenciados por el Estado. La capacidad ejecutiva para algunos temas y la habilidad en el enfrentamiento con los opositores, en buena parte desprestigiados por el ejercicio del poder, daban apariencia de verdad a todas las promesas presidenciales, por descabelladas que fueran algunas como, por ejemplo, la confianza ciega puesta en el bitcoin. Novedad de acciones, capacidad ejecutiva parcial y estratégica, propaganda intensa, hacían olvidar errores, tanto de ejecución como de menosprecio y abuso de los derechos de las personas.