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Por Kenia Gómez
Guarjila | Foto Radio YSUCA
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La frase la hizo popular el presidente Nayib Bukele y la ha usado en diferentes momentos.“El que nada debe, nada teme, porque voy a temer a una comisión contra la corrupción si yo no soy corrupto”, dijo Bukele cuando promovía la CICIES en El Salvador.
También los funcionarios oficialistas usaron la frase cuando se aprobó el pliego de reformas que amplió las penas de prisión para quienes financien a las pandillas. “Quien nada debe, nada teme”, escribieron en sus cuentas de Twitter algunos diputados como una respuesta a quienes criticaron la medida.
Los simpatizantes de Bukele se encargaron de mantener viva la frase para justificar el Régimen de Excepción. Pero en la práctica esa frase muestra una realidad que no existe, sobre todo para los habitantes de Guarjila, municipio de Chalatenango, ellos han sido testigos de las detenciones arbitrarias.
Un municipio golpeado por la guerra civil se enfrenta a otra guerra y no es contra las pandillas, dicen los familiares de los jóvenes privados de libertad en Guarjila.
“Es un joven sano, emprendedor, con sueños y metas. Todo eso ha sido destruido”, dice la hermana de uno de los detenidos en Guarjila. Su hermano, un joven que no tenía miedo al ver a soldados y policías porque aseguraba que no debía nada, ahora está preso. En la comunidad todos los casos de capturas son indignantes, dice una familiar de otro joven que guarda prisión en un penal debido a las capturas masivas durante el Régimen de Excepción.
La llegada de policías y soldados ha generado miedo. No es para menos, ya huyeron de la guerra y volver a ver a los soldados con fusil en mano llegando a sus comunidades les aterra. No es que deban algo, es que despiertan a sus hijos en la noche o madrugada y sin decir nada los esposan y los trasladan a un penal.
Guarjila | Foto Radio YSUCA
Quienes no imaginaban que serían apresados en Guarjila ahora son parte de las más de 44 mil personas privadas de libertad, a 100 días de implementado el Régimen de Excepción. A las detenciones masivas y arbitrarias se suman unas 59 muertes al interior de centros penales.
Con este régimen no se necesita una orden de cateo o una orden de captura, solo llegan a la casa de forma violenta, opinó un habitante de Chalatenango. Cree que el número de teléfono “confidencial”, proporcionado por las autoridades, permite que cualquier persona pueda llamar y acusar a alguien y las fuerzas de seguridad proceden sin mayor investigación. Les preocupa el daño psicológico que pueda quedar en los jóvenes, luego de estar en prisión, sin haber cometido delito alguno.
Guarjila: la otra guerra
¿Dónde están los derechos?, cuestionó una de las habitantes de Guarjila.
Cuando vamos a preguntar a las delegaciones o a la Procuraduría no hay respuesta y evaden, añadió. Los derechos humanos no valen ahora, reflexiona otra salvadoreña testigo de lo que ocurre en Guarjila.
“Querían un cambio decían, pero se equivocaron, votaron por un dragón que venía sobre nosotros”. Así define otro de los habitantes de Guarjila al Gobierno y sus medidas represivas. Pero más allá de la detención de 25 personas, a los habitantes de Guarjila no les queda claro por qué se ensañan con esas comunidades. Sufrieron los embates de la guerra civil y siguen siendo blanco de la represión mediante el Régimen de Excepción.
Algunos de ellos creen que ser campesinos los hace más vulnerables. “Como somos campesinos, no valemos nada”, dice una habitante de Guarjila, que se quedó huérfana desde los 15 años. Le mataron a sus padres durante la guerra.
“El presidente no tiene número, van parejo”, dice una sobreviviente de la guerra, refiriéndose a que el Régimen de Excepción no distingue entre inocentes y culpables.
No les interesa enfermos ni ancianos, yo he visto a los que llevan ahí, asegura.
Su lectura es que durante la guerra no acabaron con las comunidades de Guarjila y esta es una guerra más, que deben enfrentar. El miedo llega a tal punto que su opinión esa noche en Guarjila, cuando compartían la angustia por todo lo que ocurre nuevamente con el Régimen de Excepción, podría ser motivo para que la apresaran, dijo. “Con un mensaje que usted ponga y diga ‘no estoy de acuerdo con esto’ ya usted es contra”, reafirmó.
La experiencia que están viviendo les hace perder la fe en la existencia de los derechos humanos. “Ahorita, no se puede ir a poner una denuncia, nadie le escucha. Lo que nos queda es unirnos como comunidad”, reitera otra habitante.
Le preocupa que los derechos de la población los están tirando por el suelo. Si denunciamos lo que está pasando “le tildan que usted es terrorista”, agrega. Cree que hay casos de personas que sí pertenecen a pandillas, pero esos casos no los tocan.
El temor en Guarjila se respira a toda hora, pero sobre todo por las noches. A las ocho de la noche, ya casi no hay nadie en la calle, dicen con preocupación. Esa incertidumbre les perjudica su salud y su vida. Por eso es importante decir lo que sentimos y pensamos, agregan los habitantes de ese municipio.
Consideran que están bajo un régimen dictatorial, que está sembrando zozobra en las comunidades. “No renunciemos al derecho a la libertad de expresarnos, a pronunciarse en contra de la violacion a los derechos humanos”, es una de sus recomendaciones.
Los habitantes de Guarjila tienen miedo hasta de entregar los documentos que solicitan para probar el arraigo de los detenidos. A unos de ellos les piden hasta las escrituras de sus casas. Sin embargo, la documentación no ha servido de nada. Aseguran que no tienen apoyo de la Procuraduría, los juzgados y otras instituciones.
El esfuerzo que hacen para probar que los detenidos son jóvenes estudiantes o emprendedores no ha tenido éxito, dicen sus familiares, con desesperanza.
Incluso los integrantes de la junta directiva de la localidad temían entregar una carta que hiciera constar que los jóvenes eran de la comunidad. El miedo tenía como base ser también blanco de las detenciones. Pero ahora, han tomado valor y se han solidarizado con los jóvenes detenidos, aunque están conscientes que hacerlo es un riesgo.
Parque en Guarjila | Foto Radio YSUCA
Los jóvenes de Guarjila han sido detenidos en distintos momentos, la mayoría durante la noche. A Manuel se lo llevaron en pleno día. Parece que presentía que no volvería a su hogar. Ese día corrió donde su tío, le había prometido regalarle una porción de terreno para que por fin pudiera construir una casa para él y su mamá. La alegría no lo dejo ni terminar de comer. Se fue con sus zapatos llenos de cemento, trabajaba como ayudante de albañil. Al cruzar la puerta miró a su madre sin saber que no volvería, se despidió.
El sueño de Manual de hacer su casa ha quedado en pausa, ahora está en el hospital. Lo llevaron del penal. Tiene leucemia, pero su condición de salud y la de muchos de los detenidos queda invisibilizada entre el discurso oficialista de la Guerra contra las Pandillas.
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