Dale play


Opinión

Verdad social y compromiso cristiano


Redacción YSUCA / 19 julio 2022 / 7:57 pm

Por José M. Tojeira, S.J.
Escuche aquí:


A todos los seres humanos la conciencia nos pide buscar la verdad y a decirla. Y, sin duda, en estos tiempos de propaganda, fabricación artificial de imagen, relativismo y “posverdad”, la búsqueda de la verdad, que debe ser simultáneamente personal y colectiva, se vuelve mucho más necesaria que en otras épocas. Ya hace sesenta y un años, en la Encíclica Pacem in Terris, el Papa S. Juan XXIII decía que todos estamos llamados a “establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y la égida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad”. Resuenan en este mensaje las palabras de Jesús en el evangelio de Juan anunciando que “la verdad nos hará libres”. La verdad que no excluye valores humanos básicos y que invita siempre al amor y la fraternidad, al contrario de las técnicas de la posverdad que tratan de repetir consignas y afirmaciones hasta que resultan creíbles, aunque sean falsedades carentes de valores. En ese sentido la verdad nos resulta hoy más desafiante cuando escuchamos al Papa Francisco, en la “Fratelli tutti” diciéndonos que en la actualidad, y con frecuencia, “la política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz”.

En El Salvador los grandes testigos de la verdad, han sido los mártires, seguidores del Señor Jesús que de nuevo en el evangelio de Juan nos decía que “para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad”. Ellos insistieron en la necesidad de que los salvadoreños viviéramos como hermanos en un momento en el que la violencia y el odio, la injusticia y la represión, se cebaba en los más débiles. Y les tocó por ello asumir la cruz que ya el Señor había anunciado a sus discípulos cuando les decía que “el que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”.

Hoy nos toca a todos los cristianos poner la verdad en la solidaridad con los que sufren, desterrar las mentiras y cambiar la polarización y las llamadas al odio. Debemos esforzarnos por entendernos, dialogar y buscar juntos ese bien común que está en la Constitución de la República, además de en la Doctrina Social de la Iglesia, y que hay que entender como “el conjunto de condiciones de la vida social que hace posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección”. Dicho esto por el Concilio Vaticano II hace casi sesenta años, hoy los expertos en desarrollo le dan totalmente la razón cuando dicen que el desarrollo humano pasa necesariamente por el pleno desarrollo de las capacidades humanas de cada persona y por la aportación a todos de capacidades adquiridas que son de conocimiento y propiedad común.

Al final, la verdad más importante que debemos tener en cuenta los cristianos tiene una doble cara complementaria. La cara del principio básico y concreto que hay que cumplir, y el rostro de las víctimas que soportan y reclaman la privación de sus derechos . Sobre el agua, un derecho de todos, hay que tener claro el principio universal de agua accesible y sana en el hogar. Y hay que escuchar a quienes no la tienen y a quienes defienden el derecho a ella. La verdad del bien común se centra siempre en el cambio social que nos exige la fe y la caridad cuando vemos hermanos nuestros careciendo de derechos de humanidad. Nada justifica la marginación, la violencia, la venganza o el odio en sociedades que están llamadas a la fraternidad y a construir un proyecto común de colaboración y solidaridad. Cuando los Padres de la Iglesia decían que “la verdad está desnuda” se referían a Jesús crucificado. Es la verdad del amor que carga con la cruz para superar las cruces que cargan los oprimidos por el pecado y la injusticia. Como decían los obispos en Puebla, los rostros de nuestros hermanos sufrientes, víctimas de la pobreza injusta y de estructuras sociales insolidarias.