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Nacionales

Guarjila: la lista de 25 jóvenes marcados por el régimen


Redacción YSUCA / 30 julio 2022 / 11:50 am

Por Kenia Gómez

Foto Radio YSUCA


Escuche la nota completa aquí:


“Si me preguntan si siento miedo como joven de Guarjila, sí, siento miedo. Salir de la casa a hacer cualquier cosa y saber que lo van a parar a uno y no tienen que encontrar nada, solamente tienen que venir en una lista”.



La lista a la que se refiere el joven de Guarjila, Chalatenango, es la que portan los policías y soldados. Primero merodean la zona, luego regresan con lista en mano, así se han llevado a 25 jóvenes de varias comunidades de Guarjila, entre ellas la comunidad Ignacio Ellacuría.

Manuel de 30 años es una de las víctimas del Régimen de Excepción. Se lo llevaron el 15 de julio. Ese viernes los policías y soldados llegaron a las 10:40 de la noche, recuerda José, su padre. Tocaron fuerte la puerta, un soldado le apuntaba con el fusil, mientras otros esposaban a Manuel. Eran por lo menos unos 12, entre policías y soldados. En vano José preguntó por qué delito se llevaban a su hijo. El silencio fue la respuesta. Esa noche Manuel fue parte de la lista, al igual que otros habitantes de la comunidad que se los llevaron en la patrulla.



José no tiene pensión, ni nadie que le ayude economicamente. Su hijo Manuel, un jornalero era su único respaldo. 

La situación ya era difícil para la familia. Este año no pudieron sembrar, porque no aparecieron en la lista de beneficiarios de los paquetes agrícolas. “No hemos sembrado ni una mata”, se lamenta José. Su única esperanza es su fe, se aferra a Dios para creer que pronto su hijo regresará.


Foto Radio YSUCA


Mientras cuenta su relato, los habitantes de Guarjila comenzaron a entrar a la iglesia. Los esperaba el obispo de la Diócesis de Chalatenango, Oswaldo Escobar y el párroco Enrique Castillo. Querían saber de primera mano que pasaba en las comunidades.  

Guarjila fue uno de los municipios golpeados por la guerra civil, ahí vivió  el sacerdote jesuita Jon Cortina sus últimos nueve años hasta su muerte en  2005. Su lucha por los derechos humanos aún la recuerdan en Guarjila. Una fotografía en su memoria cuelga en la pared de la iglesia donde ahora los habitantes lloran a los detenidos. 

Parece que nada ha cambiado desde la guerra. Ahora no valen los derechos humanos, dice la hermana de otro de los detenidos. Ni los extranjeros se escapan del régimen. Su hermano es hondureño y llegó a visitar a su padre. Pero ya no pudo regresar.  Lleva dos meses en un penal. 

En el país no tiene documentos por lo que sería fácil probar que no tiene antecedentes, dice su hermana. Pero en el Régimen de Excepción nada de eso importa.



Joven con leucemia, víctima del régimen 

Los cuerpos de seguridad llegan a las casas y no respetan ni a niños ni a adultos. Sus acciones han hecho que los habitantes sientan miedo al ver a soldados armados. No solo los familiares de los detenidos sienten temor, lo sienten todos, reiteran los habitantes de Guarjila. 

“Yo no tengo por qué sentir miedo en un país porque está la fuerza armada y la policía para protegerse de los malos. Pero vamos a ser sinceros, les tenemos miedo”, expresó un joven líder de la comunidad.  No se puede andar con tranquilidad porque se corre el riesgo de que nos lleven, agregó. 

De esa intranquilidad saben muy bien las madres de los detenidos, las que más sufren, las que los buscan en los penales, las que corren al puesto policial para interceder por sus hijos. Así lo hizo una de las madres cuando supo que su hijo que padece Leucemia y tiene problemas en un riñón, había sido detenido por la policía sin ningún motivo. Corrió detrás del microbús que lo llevaba a San Salvador. Antes un policía la había amenazado. Si seguía preguntando por su hijo “la vamos a poner en el poste también”, le advirtieron.  A su hijo antes de llevárselo al penal lo golpearon, un policía puso su bota en su cuerpo. Se encargó de que su madre fuera testigo del maltrato.



Padece cáncer y anemia profunda y la detención de su hijo le ha deteriorado su salud.

“Si quiere ver a su hijo por última vez, vealo”, recuerda que le dijo el policía. Tras unas semanas en el penal se enteró que su hijo está en el hospital, pero no ha sido posible verlo.  Una familiar lo ha buscado, pero ante la insistencia, un policía le advirtió que no preguntara tanto, sino quería ir presa también.

Raymunda Menjivar, de 65 años, es otra de las madres que desesperadas buscan ayuda para volver a ver a su hijo. Lo detuvieron el 3 de mayo en su negocio, una ferretería de Guarjila. Lo acusan de distribuir droga.

Ese día, como todos, llegó en su moto al negocio, cuenta su madre. Pero el lugar ya estaba rodeado de soldados. Le dijeron que no tuviera miedo, que solo iría a una entrevista. Un microbús aparcado a unos metros era el transporte que lo llevaría hasta San Salvador.



El presidente Nayib Bukele asegura que se trata de una guerra contra las pandillas, pero los habitantes de Guarjila dicen que no es cierto que se estén llevando a los pandilleros. Dicen ser testigos de las detenciones arbitrarias contra sus familiares inocentes.

Lo que se vive en este momento no es tan fácil, dijo otra habitante, “lo primero que se vive es la calumnia, si a la persona no le encuentran nada, ellos le ponen carne al tamal”, dijo como una forma de explicar que posiblemente los policías y soldados ponen pruebas falsas para justificar las detenciones.


Foto Radio YSUCA


Jóvenes se marchan de Guarjila por temor a ser apresados

No discutimos las capturas de gente que debe delitos, de gente que ha cometido ilícitos, dijo un joven líder comunitario. Pero le parece injusto que a los jóvenes que se han llevado no le permitan defenderse. “Hay que investigar y concretar si hay un delito o no hay nada, sino hay nada, no es justo”, dijo. 

El líder de la comunidad cree probable que la lista que llevan los soldados y policías se ha creado porque hay alguien que esté dando información falsa a la policía. ¿Imagínense que yo le caiga mal a esa persona que da información?, ya la regue, ya estuvo que voy a caer, reflexiona.  

La estigmatización hacia la juventud y el miedo de ser detenido sin ninguna causa ha obligado a muchos jóvenes de Guarjila a migrar hacia Estados Unidos. “Nos acostamos y no sabemos dónde vamos a ir a amanecer”, dice una de las habitantes de las comunidades.



Los habitantes de Guarjila creen que se está perdiendo la libertad de expresión. “Actualmente todos tenemos ese temor, ese miedo que por decir la realidad nos pueden acumular cualquier cosa y podemos ir a parar al bote”, dijo otro de los habitantes. Para otros, el régimen les quita la paz y la tranquilidad. El Gobierno garante de la protección ciudadana no está cumpliendo con su obligación de llevar paz. 

Su opinión contrasta con la del ministro de la Defensa Nacional, René Merino Monroy, quien en recientes declaraciones en una entrevista televisiva aseguró que “hay tranquilidad en la población por el éxito de esta lucha contra las pandillas”.



Las comunidades de Guarjila se han refugiado en su fe y creen con firmeza que la oración es mucha ayuda para aplacar la situación difícil que enfrentan. En esto está de acuerdo  monseñor Oswaldo Escobar, quien cree que la solidaridad es otro elemento que no debe faltar ante una situación hostil. “No les invito a nada violento, pero pierdan el miedo porque el miedo nos paraliza”, fue una de sus recomendaciones. 

“No estoy invitando a la desobediencia, pero sí a que luchen por sus derechos, por la dignidad de la persona y los derechos humanos”, agregó el sacerdote. 

Para monseñor Escobar pedir que pierdan el miedo no es un delito “esto es el evangelio, esto es por lo que lucho San Óscar Arnulfo Romero y todos nuestros mártires”, dice con firmeza. Lamenta que el Régimen de Excepción esté dejando sin jóvenes a las comunidades de Guarjila.



Para monseñor Escobar ahora es cuando hay que estar con el pueblo que sufre, como decía Monseñor Romero. Por ahora lo que más preocupa es la suerte de la juventud de Guarjila.

La lista sigue llegando en manos de los soldados y policías, lleva escritos los nombres de los siguientes capturados. Han escuchado que pronto llegarán de nuevo a robar la tranquilidad de otras familias de Guarjila.