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Opinión

Logreros


Redacción YSUCA / 02 abril 2021 / 11:34 am

Rodolfo Cardenal
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Arena dice que la Corte Suprema de Justicia le impidió suprimir las contrataciones injustificadas, pero no aclara por qué tiene diez “asesores” por cada diputado. El FMLN es más explícito. Alega que las ocho contrataciones por cada uno de sus diputados están “apegadas a la ley” e incluyen “perfil” y “entrevista”, y pide “una investigación profesional”, tal vez con la expectativa de que, como es usual, no llegue a nada. Y para compensar, solicita investigar las denuncias de corrupción en el Ejecutivo. El PDC desconoce la existencia de esa “patología” y el número de sus empleados. Sorprende que el jefe de una fracción de tres diputados desconozca que cada uno tiene 25 “asesores”.

GANA, el aliado del presidente, tiene 234, 26 por cada uno de sus nueve diputados. Entre los “asesores” figuran familiares del jefe de la fracción. Este explica que esa “gente ya estaba”, era de Arena, “más lo que hemos agregado”. En cualquier caso, habrían respetado “la cuota que nos corresponde”. Luego agrega que “una gran cantidad de gente” fue “reinstalada por decisión judicial”. Así, pues, sus “asesores” han sido impuestos. Al igual que el PDC, dos voceros de GANA dicen no saber cuántos “asesores” tienen. Uno, porque ha sido “el último […] en entrar a la fracción”; el otro, porque no es su jefe. Todos coinciden en ignorar qué hacen tantos “asesores”. Un diputado que desconoce la cantidad de personal contratado por su fracción y sus tareas no es competente para el escaño, por irresponsable e ignorante. Si no cuidan lo propio, cómo cuidarán lo de los demás.

A pesar de que el presidente Bukele sabe que GANA se ha aprovechado de la laxitud legislativa como el que más y que el jefe de la fracción ha contratado a más de una decena de parientes, ambos se han librado de sus invectivas. Estas se ensañan solo con Arena y el FMLN. El PCN, con tantos “asesores” como GANA, y el CD, otro aliado presidencial, con una docena de “asesores” por diputado, tampoco cuentan para el mandatario. La diferencia de trato es evidencia adicional de su falta de objetividad. El ministro de Hacienda, ni corto ni perezoso, amenaza con no pagar los salarios legislativos del último mes para no cometer delito al financiar “plazas fantasmas”.

La contratación de los mal llamados “asesores” es escandalosa e irracional. El presidente de la legislatura argumenta que es “un derecho que tienen los grupos”. En efecto, es práctica establecida que las fracciones se apropien de una buena parte del presupuesto legislativo y lo repartan a su antojo entre los suyos. Esas plazas con salarios altos no están relacionadas directamente con la actividad legislativa, sino que constituyen un privilegio reservado a los paniaguados de la dirección de los partidos. Lograr una de esas plazas permite vivir sin trabajar.

Sería realmente extraordinario que la “N” y sus diputados actuaran de manera diferente. Lamentablemente, no será así. Existen indicios de que la corrupción prevalecerá. No hay señales de que la falta de transparencia —eficaz para ocultar la manipulación, la incompetencia y la corrupción— vaya a desaparecer de la gestión de Bukele. Más aún, los diputados del partido oficial son todavía más peligrosos que sus antecesores, porque ejercerán el control total de la legislatura, asociado a la cultura del secreto del régimen de los Bukele. La condescendencia presidencial con la conducta de GANA y del CD resta credibilidad a la admonición que el mandatario dirigió a sus diputados: no deben esperar bonos, ni viajes de placer con fondos públicos, ni sobornos. En síntesis, “no pueden ser como los anteriores”. Difícil que GANA renuncie de repente a su modo corrupto de operar para satisfacer a su aliado. Es inverosímil que el turismo a costa de los impuestos se detenga, tal como lo prueba la actividad del responsable de las cárceles.

El presidente Bukele ha llamado a los suyos a un “trabajo incansable”, el cual los distinguiría de los diputados desbancados. En realidad, no deberán esforzarse mucho, pues, tal como él mismo les recordó, “fueron electos en un mandato incuestionable para apoyar a este Gobierno”. Por tanto, su única obligación será asentir a los deseos presidenciales. Tampoco tendrán iniciativa; no la necesitan ni están capacitados para ella, a juzgar por sus antecedentes. Los diputados de la “N” lo tienen claro: han sido colocados en el escaño para aprobar la legislación que Casa Presidencial les envíe.

La lealtad incondicional no excluye, sin embargo, que, como es usual, se valgan del escaño para ver qué logran. El escaño incluye el derecho a “componerse”. Los funcionarios tienden a pensar que el cargo es una oportunidad para lograr privilegios y beneficios para ellos y sus parientes, mientras hacen algo útil. No son servidores públicos, sino logreros. Los más hábiles ven pasar Gobiernos, mientras ellos permanecen. El fenómeno permea el Estado en su conjunto y perdura incólume, porque policías, fiscales y justicias forman parte orgánica de la estructura.

* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.