Santiago Manuin sobrevivió a los ocho balazos que recibió en 2009, cuando gritó “paz”, cuando su pueblo protestaba contra decretos que violaban sus derechos como comunidades indígenas. Sobrevivió con 50 centímetros menos de intestino, producto de las balas, con una pierna amputada por una gangrena posterior, agravada por la diabetes que padecía; pero no pudo hacerlo mismo cuando la COVID-19 llego a territorio awajun y se lo llevó. El líder Santiago Manuin Valera falleció este miércoles 1 de julio a los 63 años, dejando en luto no solo a los pueblos amazónicos que defendió toda su vida sino también a todos aquellos que lo conocieron y fueron testigos de su lucha. Su hija, Sekut Manuin nos concedio unos minutos de su tiempo para recordar el legado de su padre.
El Perú entero y más que todos los pueblos indígenas – a los que tanto amó mi padre y por los que tanto luchó – están de luto. Es una noticia muy impactante para los pueblos indígenas especialmente para el pueblo aguajún y wampis.
En los años de la violencia política, la organización indígena de Santiago Manuin impidió que el MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) ingrese a sus territorios, y erradicó los cultivos de amapola y coca de la zona. En 1994 recibió el premio Reina Sofía por su trabajo en la defensa de la Amazonia y los derechos humanos. Tenía una maestría en derechos humanos por la Universidad Deusto, en Navarra, había sido también dirigente de diversas organizaciones de desarrollo intercultural; pero el momento más duro de su vida llegó en 2009, con el conflicto de Bagua, cuando el gobierno peruano de Alan García promulgó dos decretos en el marco del Tratado de Libre Comercio entre Perú y Estados Unidos. Ambos decretos afectaban directamente a las comunidades indígenas de la Amazonía y a territorios legalmente protegidos, pese a ello el gobierno peruano obvió cualquier tipo de consulta previa, pasando por encima del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el cual se señala que el Estado debe consultar y comunicar a las comunidades indígenas cualquier decreto que pueda afectar directamente a sus tierras.
Durante meses los pueblos amazónicos protestaron sin ser escuchados hasta que el 5 de junio el conflicto estalló y terminó con la muerte de 33 personas: 23 policías y 10 nativos.
Mi padre ha participado y ha encabezado esa lucha, él batalló hasta las últimas, resistió, recibió ocho impactos de bala en el intestino, estuvo a punto de morir, pero pudo resistir a pesar de todo…y resistió y se levantó y siguió con las luchas. También ha sufrido por una enfermedad, la gangrena que lo dejó inválido, él estaba en una silla de ruedas. A pesar de su estado, él seguía con las luchas donde estaba, movía gente.
Santiago Manuin resistió durante once años pero con la salud ya débil por la diabetes que padecía, no pudo hacer frente cuando el nuevo coronavirus llegó al pueblo aguajún. El apu Santiagoes hoy el rostro visible de cómo la pandemia de la Covid-19 está golpeando a las comunidades indígenas. Hace unos días, la Defensoria del Pueblo del Perú alertó que 43 mil personas de los pueblos indígenas awajún, quechua y wampis se encontraban en peligro de muerte. Sekut Manuin pide ayuda al Estado peruano:
Ante la ausencia del Estado, el pueblo indígena, un pueblo originario está totalmente olvidado. No sólo mi padre es el que está sufriendo por la pandemia sino toda la población. Todo el pueblo indígena pide auxilio, clamando porque no tiene ni medicina para poder calmar el dolor y no podemos hacer nada y nos sentimos tan, tan…Nos sentimos tan nada, que no podemos hacer nada frente a esto y el pueblo sigue clamando auxilio. Lo que yo le pediría al Estado es que por favor, por favor, se ponga en los zapatos del pueblo indígena y que entienda nuestra forma de vivir, desde quiénes somos y cómo vivimos.
Como si se tratara de una mala broma, el mismo día de la muerte de Santiago Manuin, el Ministerio de Economía peruano anuncio que financiará la identificación de comunidades nativas para acelerar proyectos mineros, una noticia que los pueblos indígenas ven desde ya con mucho recelo y les recuerda el conflicto de 2009, donde 33 personas murieron.