La Comisión Europea propone que gran parte del dinero, 500.000 millones de euros, sean ayudas a fondo perdido, el resto, 250.000 millones serán préstamos. Bruselas financiará este plan primero acudiendo a los mercados emitiendo deuda y luego distribuirá el dinero entre los países que lo necesiten a través del presupuesto europeo.
Los países que quieran acceder al fondo, tendrán que presentar un plan de reformas como mejorar infraestructuras para luchar contra el cambio climático o a favor de la digitalización. Además, parte de este nuevo fondo se financiará también con la creación de nuevos impuestos, como al plástico, o a las grandes compañías tecnológicas como Google y Facebook para que paguen más en Europa.
Los dos países más afectados por la pandemia España e Italia podrían ser los más beneficiados del fondo. Italia recibiría hasta 172.745 millones, según los cálculos comunitarios. A España le corresponderían 140.446 millones de euros de este fondo, 77.324 millones de los cuales serían en subvenciones y 63.122 millones de euros serían préstamos.
La propuesta de Ursula Von der Leyen recoge parte de las demandas del plan de Francia y Alemania, presentado la semana pasada, pero también hace un guiño a los países del Norte, que exigen préstamos para los países.
Aun así, es un ambicioso plan que no lo tendrá fácil para tener luz verde. La verdadera batalla empieza ahora, con los países del sur pidiendo ayudas y no préstamos y los del Norte, liderados por Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia que no quieren hablar de grandes concesiones, como las que hoy pone sobre la mesa Bruselas.
Las próximas semanas serán clave y se espera que a finales de junio los líderes europeos se reúnan para decidir. En juego no solo está la credibilidad de una Unión Europea debilitada, también la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, muy crítica al inicio de la pandemia. Si sale exitosa, puede pasar a la historia.
Para que la multimillonaria propuesta se haga una realidad debe ser aprobada por los 27 estados miembros de la Unión Europea. Un ejercicio que se anuncia complicado como lo explica la economista Paula Garzón:
“El principal obstáculo está en la división entre dos grupos: los países de Europa del sur, que van a estar a favor de este plan, como Francia, España, Italia, Portugal y Grecia. Y los países que se van a oponer, encabezados por los Países Bajos. El caso de Alemania fue una decisión simbólica junto con Francia, al realizar una conferencia [el pasado 18 de mayo] cuando anunciaron la creación de un fondo de recuperación común por 500 mil millones de euros. La comisión integró la a propuesta franco-alemana, a la que sumó 250 mil millones de euros que serían atribuidos como líneas de crédito facilitados a los diferentes Estados”.