Este martes se registró en Brasil la cifra récord en cuanto a muertes diarias: 1179. Esto hace que se produzca un óbito cada 73 segundos en el país que se ha situado el tercero en el número de contagios después de Rusia y Estados Unidos. Hasta el momento y según el Ministerio de Salud brasileño se han confirmado 271.628 casos.
Con las unidades de cuidados intensivos de los estados de Sao Pablo, Rio de Janeiro o Pernambuco (norte) cada vez más cerca del desborde, el presidente Jair Bolsonaro sigue adelante con su criticada campaña a favor de un desconfinamiento que ayude a salvar la mayor economía de América Latina, en momentos en que asoma una grave recesión.
Bolsonaro no se ha manifestado específicamente sobre el alarmante aumento de cifras, aunque sí aconsejó a uno de los seguidores que le esperaba a la puerta de su residencia oficial, el Palacio de la Alvorada, que no escuchase a los medios de comunicación en sus recomendaciones de quedarse en casa, porque estos solo querían general el caos en Brasil.
Enfrente tiene a muchos gobernadores y alcaldes que alertan sobre sus sistemas locales de salud e implementan medidas cada vez más estrictas de cuarentena, como cierre de actividades no esenciales o restricciones de tráfico.
También el Congreso Nacional y su presidente Rodrigo Maia se han mostrado varias veces partidarios del aislamiento social. La cámara de los diputados envió el martes un proyecto de ley al Senado para hacer obligatorio el uso de la mascarilla en los lugares públicos.
A nivel internacional Donald Trump anunció que está barajando la posibilidad de prohibir vuelos procedentes de Brasil ante el aumento de la incidencia del coronavirus. “No queremos que venga gente a infectarnos” anunció.